Madrid surfea por una noche
El pasado miércoles 16 por la noche, la abarrotada sala del Teatro Barceló, esperaba a que los californianos Allah-Las hiciera acto de presencia. A pesar de habernos enviado un cambio de horario los de Ticketea, la puntualidad no fue lo suyo. Sobre las 21:40, salieron al escenario y empezó un concierto corto y en esencia tranquilo.
Allah-Las es una banda que tiene tanto canciones instrumentales como cantadas, y eso puede que fuese uno de los hándicaps de la velada, es cierto que el último disco es más pausado que los anteriores y no nos engañemos no es una banda punk, pero si es una banda para bailar, aunque es muy agradecida para escuchar en casa o en el trabajo mientras haces otras cosas.
La gente sobretodo los que estaban más cerca de la barra de atrás, quería ritmo, bailar y reventar la sala para celebrar por todo lo alto el último concierto de la gira europea.
Pero se hizo esperar, a pesar de tocar uno de sus grandes himnos (Had it all) del pasado disco Worship the sun a la segunda de cambio, el concierto no acababa de arrancar. La gente estaba fría, les miraba pero no interactuaban, no había química entre ellos y el público y eso provocó que cierta parte del público hablase. Algo bien molesto la verdad, desde atrás no se oía muy bien cuando ellos hablaban y menos si desde atrás solo se escuchaba un perpetuo murmullo. La verdad nunca lo entenderé…
Aún así, fueron pillando el ritmo al ir entregando al público las canciones más movidas y más conocidas de su repertorio. Los problemillas que tuvieron en un par de canciones los fueron acercando poco a poco al público, así como comprobar que son un grupo bastante versátil, donde algunas canciones son cantadas por el baterista (que de tanto en tanto se ponía un gorro de lana en la cabeza, con el calor que allí hacía, la verdad es que son ganas) o el intercambio de instrumentos entre todos, menos el de los teclados.
Al final del concierto cuando tocaron Catamaran, hubo un estallido de locura cuando gran parte de las primeras filas se subieron al escenario para bailar mientras ellos tocaban. Al principio era unos pocos chavales, pero de repente aquello perdió toda proporción y empezaron a subirse todo hijo de vecino, para desesperación de los de seguridad. El grupo no pareció molestarse en ningún momento, ellos siguieron a lo suyo, pero cuando un grupo de chavales te da palmaditas en la espalda mientras tocas o se hace un selfie pues como que es un poquito molesto, creo yo. Al final, los de seguridad bajaron a unos cuantos, pero dejaron sobre el escenario a unos pocos para dar color al colofón final de la noche.
No, nos lo podíamos creer, ni una hora habían tocado y ya se querían ir, ni de coña. Volvieron a salir y tocaron unas cuantas entre ellas la adictiva Every Girl, con la que cerraron el concierto. Se despidieron a lo grande, con la gente entregada al fin a su causa y agradeciendo a toda Europa por la gran gira que el miércoles despedían en la sala madrileña.
Personalmente, me gustó el concierto, pero hubiese preferido que hubiese sido al aire libre y en verano para no cargar con el abrigo y la bufanda, pero una de las muchas cosas buenas que tienen estos chavales, es que su música te traslada a esas adoradas época veraniegas.
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