En estos días estamos viendo de nuevo en las noticias un renacer de la crisis humanitaria de los refugiados sirios, en esta ocasión se trata de frontera griega con la macedonia. Momentos tensos y de desesperación por la manía que tenemos de poner barreras, cercar territorios en los que solo estamos de paso. Y esto me lleva a lo vivido y experimentado este fin de semana en la Casa Leibniz.
Durante este fin de semana de ARCO, Madrid ha vivido numerosas ferias y exposiciones de arte de lo más vario pintas, pero yo me quedo con mi experiencia en la Casa Leibniz. Este era su segundo año, montado en el Palacio de Santa Bárbara en Hortaleza y con entrada gratuita, todos los que nos pasamos por allí deberíamos haber cambiado aunque solo sea un poco nuestra perfección del mundo tras haber visto y asimilado las obras allí expuestas.
Todos los artistas expuestos nacidos entre 1975-1985 son jóvenes exponentes de arte español y de distinta manera, nos han ayudado a ver el mundo de otra forma. Personalmente las obras que a mí me marcaron fueron las de Julio Falagán, Rubén Martín de Lucas, Blanca Gracia, de la planta baja y de la alta, siento decir, que no recuerdo sus nombres, pero más abajo veréis unas fotografías con sus obras. La próxima vez seré más cuidadosa con estas cuestiones.
El primero, Julio Falagán, construye diferentes cielos a partir de cuadros comprados en mercadillos y los va cosiendo hasta formar su obra. Los resultados son cielos, diferentes, atrayentes y sumamente hermosos en los que perder la mirada en un horizonte imposible de limitar bajo ninguna frontera o bandera.
El segundo sigue por el mismo camino, su proyecto llamado Repúblicas mínimas, intenta concienciarnos a través de tres vídeos en los que vemos al autor habitar formas geométricas básicas (triángulo, cuadrado círculo) durante 24 horas en diferentes espacios como el mar, la arena o un campo. La obra es hipnótica y gracias a esa paz y tranquilidad que transmite nos ayuda a reflexionar y centrarnos en los importante del mensaje, ¿Por qué creamos fronteras? ¿Realmente nos creemos dueños de los espacios en los que vivimos? Estamos en la tierra por un tiempo limitado y aún así, nos creemos con derecho a delimitarlo como si fuésemos a durar eternamente.
Por último, Blanca Gracia crea dos dimensiones una el vídeo, con sus acuarelas, que narra la historia de la humanidad y otra, la montaña de colores que hay entre el espectador y el vídeo. Esta obra viene a reflexionar sobre el mismo punto, las fronteras, pero lo hace a través de nuestra historia de guerras y soldados, tan innecesarios casi como nosotros mismos.
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